No número 184 da revista ADE/Teatro, que teño a honra e o privilexio de dirixir, publicamos un texto de Tiago Rodrigues, By heart, que vai precedido dunha magnífica presentación de Alexandra Moreira da Silva, profesora na Université Sorbonne Nouvelle, Paris III. Un introito necesario para un texto excelente, que constitúe unha brillante e vibrante declaración de amor pola literatura e pola tradición oral, tamén unha mostra da paixón humana por ler e saber de historias, contos e lendas. Só por ler o texto vale a pena mercar unha revista que ademais está chea de interesantes traballos, coma sempre. Entre eles, unha fantástica recreación gráfica de Luces de Bohemia da man do profesor César Oliva. Só por 13 euros.
Como complemento ao traballo da profesora Moreira da Silva, e como responsable da versión en castelán do texto de Tiago Rodrigues, escribimos a nota que segue, na que damos conta dos moitos camiños que nos invita a percorrer By heart. Entre eles, os andados por aquel escritor francés de Laval, de nome Pierre Menard, do que deu conta Jorge Luis Borges en 1939 na revista Sur. Velaí razóns para o título da nosa nota, que vai en castelán, na lingua en que se edita a revista.
Tiago Rodrigues, autor de Cándida
(Nota de edición)
Manuel F. Vieites
Un être qui connaît un livre par cœur est invulnérable,
c’est plus qu’une assurance vie,
c’est une assurance sur la mort!
George Steiner
No sirvo para hacer paredes, me gustan más echadas abajo.
Julio Cortázar
Me llegó, el texto, de la mano de Fernando Matos Oliveira, profesor en la Facultad de Letras de la Universidad de Coímbra, Portugal, y director de la Colección Dramaturgia, que edita la imprenta de esa Universidad, en la que a día de hoy han publicado un buen número de piezas dramáticas. Se incluía en un volumen pequeño, con una edición muy cuidada, de capas sencillas y hermosas, que da sentido al sintagma “de bolsillo”, en un papel excelente (Coral Book Creme, 110 grs). Es fácil llevarlo encima, es manejable, y provoca al abrirlo, al ojearlo. La primera edición, de 2016, se agotó de forma casi inmediata, y en 2018 llegaba la segunda, hecho inusual, nos recuerda el editor, para el caso de la creación dramática.
Bajo el título de By heart e outras peças curtas, acoge lo que el profesor Matos Oliveira define como “conjunto singular de piezas cortas”, y en el primer adjetivo encontramos una adecuada definición del contenido, si por singular entendemos aquello que es único en su especie; tal es, un manual de dramaturgia, práctico, brillante en la ideación y en la concreción de su materia y de sus materiales. Singular también en la lectura que todas esas piezas breves prefiguran, que ha de ser activa, pausada, y resulta muy exigente, incluso a nivel físico. Más aún en lo cognitivo, en las múltiples preguntas que asoman a cada paso, y para las que seguramente no tengamos todas las respuestas. Como ejemplo, la titulada Entrelinhas, segundo en el volumen, y de la que Luis Mestre, en el posfacio con que se cierra el libro, dice estar escrita “a varias manos”, y en la que toma pleno sentido todo cuanto se escribió sobre el acto de leer como gesto creativo, y por la misma razón cuanto enseñó Paulo Freire en relación a la lectura como acto político de transitividad crítica, en el que la(s) realidad(es) se desvela(n) y se revela(n).
Como nota al margen, se podría comentar la idea de Georges Jean sobre el valor de la escritura como archivo de la humanidad (L’écriture, mémoire des hommes, 1989), o algún trabajo de David R. Olson (The World on Paper, 1994) o Alberto Manguel (A History of Reading, 1996), en tanto muestran y demuestran la función cognitiva y epistemológica de la escritura y la lectura, y en qué medida esta última configura la mente, arma su arquitectura, como sostiene Peter Carruthers (The Architecture of the Mind, 2006).
El conjunto me cautivó. A los pocos días envié una crónica a la sección de libros de esta revista, ADE/Teatro, para presentar el volumen y compartir la sorpresa provocada por siete textos (7) magníficos, hermosos, profundos, dotados de una compleja parsimonia y muy marcados por la huella de lo cotidiano, de la poesía (y/o la tragedia) que emerge de las pequeñas cosas, también de esas huellas que dejan en nosotros otros textos, otras presencias y/o ausencias. De ahí su trascendencia. El acto de leer aparece como un diálogo necesario, aunque imposible a veces, entre voces varias.
Por razones dispares, By heart me fascinó. Con y en su lectura, visioné varias veces el capítulo 4 de la serie Of Beauty and Consolation (una hora, diecinueve minutos y nueve segundos), en el que Wim Kayzer entrevista a George Steiner, y con él emergen tantas y tantas voces e ideas, que es preciso repensar y/o recuperar para tomar conciencia de cuanto se nos traslada. Así, la historia de Boris Pasternak, o las de Osip Mandelstam y de Nadezhda Yákovlevna Khazina. Con la del primero, nos llega la del soneto número treinta de William Shakespeare, poema que ha sido objeto de numerosas versiones, aunque por motivos de proximidad con la versión portuguesa, hemos tomado la de Antonio Rivero Taravillo, publicada por Alianza Editorial en 2011, siendo edición segunda y revisada de una primera de 2008. Un soneto que contiene una voz que en el duelo del pasado, en su reencuentro doloroso con él (“voy de pena en pena, contando los gemidos ya gemidos, que nuevamente pago a la tristeza”), parece encontrar el consuelo preciso, el fin del penar. Y así se provoca una suerte de catarsis de integración, que diría Jacob L. Moreno, cuando los diez espectadores dicen los catorce versos del soneto.
Con y en la lectura, también volvieron páginas ya leídas de Farenheit 451, de Brad Bradbury, novela editada Minotauro con traducción de Francisco Abelenda (en realidad Francisco Porrúa Fernández, un gallego de Corcubión criado en Comodoro Ribadavia, Argentina), aunque visité igualmente alguna otra, y sí, también del portugués. Y es que el texto que presentamos viene a ser una especie de hipertexto que, con la inmersión progresiva en toda su complejidad, invita a múltiples pausas para visitar otras plazas y andar otras avenidas y sinuosas veredas, recuperar viejos libros. Francis Scott Fitzgerald, por ejemplo, incluso Anna Akhmatova, poeta acmeísta (“Terror, fingering things in the dark…”, así comienza un poema fascinante). Y así se construye un notable ejercicio de intertextualidad, en el que cobra un valor enorme el concepto de lectura como apropiación textual, como mecanismo cognitivo y meta-cognitivo, que es lo que permite dar forma, sentido y significado a las palabras, y a lo que nos provocan las palabras. Lectura o lecturas, porque cada actualización o recuperación de lo leído, supone ampliar miradas.
En la lectura también retornaron algunas imágenes poderosas de algún espectáculo que dejó huella en mi memoria. Entre ellos el titulado Point Blank, de la compañía belga tg STAN, que recuerdo haber visto en Braga, seguramente en 1998 y en el Teatro Circo, en su caja escénica. Había en aquel trabajo una concepción, una disposición, una magia, que todavía hoy me siguen fascinando, y que como supuesto theōrós aún me provoca tantas y tantas preguntas sobre el ejercicio de la interpretación, sobre la (re)(de)construcción de la(s) convención(es). Y aquí y allá, por razones aún no bien calibradas, emerge el nombre de Jorge Luis Borges, y sus mundos, tan ávidos de palabra y tan parcos en ellas, sus senderos que se bifurcan sin cesar, o la biblioteca imposible e infinita (que otros llaman universo) y que él sitúa en un Babel incógnito; de ahí el recuerdo de frases agradecidas de Cortázar a su primer editor, tan decisivo como lo fue Paco Porrúa. Los tres, traductores, de quienes tanto aprender.
Y hablando de traducción, tal vez no esté de más decir que el verbo “decorar” con el significado de aprender de memoria y con el corazón (del latín “cor”), se solía utilizar con frecuencia en castellano antiguo y con ese sentido. En el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español (Real Academia Española) encontramos el vocablo. Y así en el Libro de los cien capítulos (o Dichos de sabios en palabras breves), podemos leer: “El enseñamiento añade en el seso, e el decorar retiene el saber…”. Un libro compuesto en torno a 1280, vinculado a la literatura sapiencial y supuestamente instigado por Alfonso X de Castilla, dicho “el Sabio”.
Con todo, el eje central en By heart será la historia de Cándida, o mejor, la creación de Cándida desde los recuerdos y las palabras de su nieto, que comparte con todos quienes participan en ese acto de comunión escénica, más especialmente aquellos que justo al final comulgan con Shakespeare. Por eso podemos hablar de Tiago Rodrigues como autor de Cándida, pues es él quien la (re)escribe, le confiere cuerpo y alma en su evocación, y quien la inscribe en el aquí y ahora del lector, o del espectador. Con ese gesto, profundamente político, y como dijera nuestro recordado Rafael Dieste (La vieja piel del mundo, 1936), muchas historias entran en danza; las historias de vida de tantas personas que enfrentan unas circunstancias, en ocasiones trágicas, en las que el libro, la literatura, la lectura, la memoria, van a jugar un papel importante. Tal vez porque los seres humanos somos palabra y palabras, y la memoria también está hecha de/con palabras.
Por eso nos atrevemos a señalar que By heart acaba siendo un acto de amor incondicional por la vida y la palabra, celebración del vivir y de la literatura, de las posibilidades que el teatro nos ofrece para el encuentro, y en él, llenarnos de vida y de memoria, como bien señala George Steiner en la cita que situamos en el inicio de la presente nota. Y nada puede haber más importante que la vida y sus memorias, palabras.
El Soneto XX de Shakespeare desempeña un rol central en la ideación y en el tramado de esta pieza, y en él la voz que habla referirá un “dear friend”, tras cuya evocación todo penar desaparece. Cabría preguntar quién podría ser ese “amigo querido” que evoca el texto, y seguramente podamos pensar en nosotros, las personas que lo leemos (e incluso lo aprendemos mientras leemos), e igualmente en esas diez personas que suben o entran al escenario para aprender y decir el poema, pero también en todas las que, conformando el público, participan activamente de tal desempeño, incluso con cierta inquietud ante los resultados del mismo. Tal vez ese “amigo querido” sea entonces el teatro, casa de palabras. Tal vez. Así Cándida vence a la muerte, y habitará para siempre en nuestro recuerdo, hecho también con sus palabras. (FIN)
Un recurso central do texto vai ser o soneto XXX de William Shakespeare:
When to the sessions of sweet silent thought
I summon up remembrance of things past,
I sigh the lack of many a thing I sought,
And with old woes new wail my dear time’s waste:
Then can I drown an eye, unused to flow,
For precious friends hid in death’s dateless night,
And weep afresh love’s long since cancelled woe,
And moan the expense of many a vanished sight:
Then can I grieve at grievances foregone,
And heavily from woe to woe tell o’er
The sad account of fore-bemoaned moan,
Which I now pay as if not paid before.
But if the while I think on thee, dear friend,
All losses are restored, and sorrows end.
E lembrando poemas, velaquí outro de Christopher Marlowe, quizais un dos máis fermosos da literatura inglesa, unha celebración do amor (e da literatura):
Come live with me and be my love,
And we will all the pleasures prove
That valleys, groves, hills, and fields,
Woods or steepy mountain yields.
And we will sit upon the rocks,
Seeing the shepherds feed their flocks,
By shallow rivers to whose falls
Melodious birds sing madrigals.
And I will make thee beds of roses
And a thousand fragrant posies,
A cap of flowers, and a kirtle
Embroidered all with leaves of myrtle;
A gown made of the finest wool
Which from our pretty lambs we pull;
Fair lined slippers for the cold,
With buckles of the purest gold;
A belt of straw and ivy buds,
With coral clasps and amber studs:
And if these pleasures may thee move,
Come live with me and be my love.
The shepherds’ swains shall dance and sing
For thy delight each May morning:
If these delights thy mind may move,
Then live with me and be my love.