maderne / crítica literaria e teatral... E POLÍTICA

un espazo para partillar críticas, comentarios, reseñas e outros documentos sobre literatura, teatro, arte, cultura..., amenizado por Manuel F. Vieites




viernes, 24 de febrero de 2012

Let’s University: Allegro Vivace


Un paso adelante...,
tras el que ya vienen muchos más. 

Comienza el baile.



Manuel F. Vieites
Crítico e investigador
Docente, ESAD de Galicia

Es un inmenso placer comunicar que en la Escuela Superior de Arte Dramático de Galicia, el Claustro de Profesores y Profesoras (por 29 votos a favor y 5 abstenciones) y el Consejo Escolar (por unanimidad), han aprobado un manifiesto en el que proponen un proceso de adscripción y posterior integración en la universidad, así como unas Bases que sirvan de guía al mismo. Es un placer porque en este caso no es el director quien opina, dice o pontifica, sino que es la comunidad la que emite su parecer, en democracia.

Pero no son los únicos, y en breve irán apareciendo otros centros, porque este es un movimiento imparable, aunque como se señala en las Bases para la Integración, en ningún caso se propone una solución única, como se hace desde otras posiciones. Nosotros, desde la Plataforma por la Integración en la Universidad (ahora en una cierta clandestinidad, pero que pronto presentaremos en público) entendemos que pueda haber centros que se queden al margen de la propuesta, como ocurre en países de nuestro entorno más próximo. Se daba hace poco el ejemplo de la Royal School of Dramatic Art y el de la Central School of Speech and Drama, y en ello nos afirmamos.

Lo que, de ninguna manera, podemos aceptar desde la Plataforma son cuatro cosas:

¡¡Democracia real ya!! ¡Menos lobos y menos tutelas!

En primer lugar no se puede hablar en nombre de los centros sin que los centros se hayan manifestado. A lo largo de estos días hemos escuchado manifestaciones en nombre de “***”, cuando ese “***” no ha tenido oportunidad de opinar y de hacerlo en libertad y sin presiones ni miedos. También se han hecho manifestaciones en nombre de los centros sin saber la opinión de los centros, y en este caso la directiva de ACESEA, con sus apoyos incluidos, no ha sabido estar a la altura de las circunstancias, pues ha echado las campanas a volar sin que los centros se hubiesen manifestado, y ahora ya sabemos que ACESEA, en esta cuestión, no representa al 100% de los centros, ni mucho menos. Después de una toma de posición tan precisa, como se nos explica en un blog amigo, ¿tiene sentido que ACESEA convoque una reunión de sus asociados? ¿Para qué, para ratificar a la búlgara lo que han decidido cuatro personas sin haber consultado a nadie? Son comportamientos que deslegitiman las asociaciones y que deslegitiman a sus dirigentes, en tanto parece que no obedecen otros intereses que los derivados de su propia posición ante el problema, y entonces debieran actuar en representación propia pero nunca en nombre de los demás.

No tiene sentido que directores y directoras de centros, en representación de sí mismos y de sus propios intereses, acudan prestos al Ministerio o al Congreso de los Diputados para hacer llegar propuestas que en ningún caso representan una posición unánime ni siquiera manifestada de las comunidades escolares. Y se está haciendo con total impunidad. Nuestra Platoforma solicitará las entrevistas pertinentes en los ámbitos que proceda (Ministerio, Consejerías, CRUE) en representación de la voluntad expresada por comunidades educativas concretas y en base a documentos concretos.

Lo de las medias verdades es una tónica permanente, que ya se hace recurrente. Así, en la carta que le dirige el Sr. Jordi Font al Sr. Vieites, publicada en otro blog amigo (búsquenla y léanla, no tiene desperdicio), se afirma que los centros superiores de enseñanzas artísticas tendrán enseñanzas de posgrado: “La sentencia interpreta y confirma que las escuelas artísticas superiores son competentes para desarrollar el POST-GRADO”. Y ello no es así, lamentablemente, no es así. Según la normativa actual, y no según la que cada uno se saca del bolsillo, las enseñanzas de “postgrado” implican las enseñanzas de máster (o maestría) y doctorado, y hasta donde sepamos el Real Decreto 1614/2009 solo contempla el Máster en Artes, no el doctorado. Es esta una vieja táctica que no debiéramos usar porque genera desinformación, y debemos apostar por una sociedad informada aunque la información se pueda volver contra nosotros.

¡Que hablen todos y todas!

Con independencia de que toda posición es legítima, la legitimidad de la misma también deriva de los intereses que esa posición defiende, y, en esa dirección, no es de recibo que unos pocos condicionen la opinión y la posición de muchos. Y en esta polémica se están oyendo las voces de un sector, pero se está desoyendo, minimizando, silenciando o incluso mediatizando la toma de posición del sector más importante: el alumnado. No conviene que el profesorado tome posición de forma dominante, porque al fin y al cabo el profesorado está donde está porque existe un alumnado que demanda un determinado tipo de estudios, y no conviene además que tome posición contra el alumnado. Pero, además, en estas edades debiéramos dejar que el alumnado decida y que lo haga en libertad, sin ningún tipo de mediación y/o recomendación. Las tutelas no son aconsejables, pero sobre todo no son procedentes en un estado democrático y en una comunidad educativa que quiera apostar por la democracia real.

Es más, en buena medida debieran ser los Consejos Escolares los que se manifestasen luego de que hablase el alumnado, porque los que más están padeciendo la situación actual son los alumnos y alumnas, y en buena medida el profesorado debiera trabajar sin descanso para garantizar el derecho a una buena educación, también en la universidad, porque esa es su función y su responsabilidad, y ello no tiene nada que ver con la legítima defensa de sus derechos, y hablamos de derechos, no de privilegios. En efecto, como dice la sabia máxima anarquista los míos terminan donde empiezan los tuyos. No debiéramos consentir que los derechos de unos pocos impidan la consecución de derechos para los más.

¿¡Viva la LOE!? ¿Somos secundaria?

En segundo lugar, podemos admitir que se hable una y otra vez de viejas soluciones a viejos problemas, pero NO que se presenten como la panacea de nada, pues más bien van en la dirección de quien quiere tenerlo todo atado y bien atado, de quien quiere que nada se mueva para que todo siga igual. El artículo de Ruth Viñas, publicado en la revista Doce Notas, es un canto al inmovilismo, un canto a todos los errores cometidos por una ponencia, que, ahora lo sabemos, los cometió y de bulto, sobre todo haciendo caso omiso de muchas alegaciones que se hicieron a su informe, como podemos leer en un blog amigo. El aparato critico del artículo de la profesora Viñas es una forma de ocultar el desaguisado. Hemos de insistir en que lo que proponen los dirigentes de ACESEA y algunas otras voces no es más que un “regreso a la LOE”, regreso que deja sin resolver los muchísimos problemas de todo tipo que tienen los “centros de secundaria” en los que se imparten enseñanzas artísticas superiores. Ante esos problemas nuestra Plataforma por la Integración en la Universidad, propone unas Bases para la Integración que suponen al menos un programa de trabajo para hacer frente a todos esos problemas, referencias que no encontramos en las argumentaciones de quienes proponen volver al pasado.

Curiosamente, un blog amigo, nos propone un artículo en el que podemos ver como la Ley de Educación de 1970, que en buena medida supuso un tímido retorno a la modernidad educativa que España había vivido en la Segunda República, ya preveía la incorporación de las enseñanzas artísticas a la Universidad. En muchos casos no fue posible por las razones que en ese artículo se expresan, y en esas razones ya se configura ese pensamiento premoderno que hoy parece dominante, aunque seguramente muchas personas en los centros y sobre todo el alumnado opinen justo lo contrario.

Acabar con los tópicos

En este mismo orden de cosas, ante ese regusto por el pasado que quiere contagiarlo todo, no se puede admitir que se esté asustando al alumnado con medias verdades, con afirmaciones sobre la universidad que en realidad muestran cómo algunas personas se han construido una visión de la universidad tópica, extemporánea y totalmente falsa.

Ya está bien de hacer referencias a ecosistemas específicos y privativos para enseñanzas que si bien tienen sus especificidades, no difieren en nada de otras enseñanzas con una notable dimensión práctica, muy vinculada con el “hacer” y el “saber hacer”, que ya están en la universidad y obteniendo resultados magníficos. En América Latina, por ejemplo, las enseñanzas artísticas están en la universidad sin que ello suponga que en las facultades de artes que imparten nuestros títulos en esas latitudes la formación carezca de ese componente práctico que pareciera estar en juego. Antes al contrario, esas facultades probablemente sean un ejemplo en el que mirarnos, en vez de mirarnos el ombligo.

Y de nosotros dependerá, además, la construcción en la universidad de ese ecosistema propio, porque ya se ha hecho, pero incluso se puede mejorar lo que ya se ha hecho.

Coda

El movimiento crece. Cada vez somos más. Venceremos. No fear!!!

jueves, 23 de febrero de 2012

Enseñanzas artísticas superiores: ¿Regreso al pasado o viaje al futuro?

Non deixes de ler o traballo de Manuel F. Vieites en Dramaloxía, no que bota por terra algunas falacias do movemento inmovilista. E tampouco deixes de ver o video en Youtube que se vincula máis abaixo.

No dejes de leer el trabajo de Manuel F. Vieites en Dramaloxía, que echa por tierra algunas falacias del movimiento inmobilista, y no dejes de ver el vídeo en Youtube que se vincula más abajo.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Let's University para Dummies, con perdon

Como parece que hay personas que no entienden lo de la sentencia del Supremo referida a las enseñanzas artísticas superiores, y creen que se puede cambiar alegremente y en un plisplas, pues alguién ha elaborado un video magnífico que lo explica con rigor y claridad, pero en plan Barrio Sesamo, o en plan Libro de Petete. Espléndido, aunque algunos necios no alcancen ni a entenderlo así. De todo tiene que haber en la viña...


Enseñanzas artísticas superiores a la universidad






¿Quien decide en los centros?



Por todas partes se suceden los comunicados en los que los centros superiores de enseñanzas artísticas rechazan la vía universitaria, sin que los claustros hayan sido convocados para debatir el asunto, y, lo que es más grave, sin que los consejos escolares, donde están representados los alumnos y alumnas hagan lo propio. Incluso hay asociaciones que se permiten opinar y tomar posición sin que sus integrantes hayan dicho nada. ¿Tanto miedo hay a debatir y a contrastar ideas? ¿De qué tienen tanto miedo? ¿Por qué asustan al alumnado con catástrofes infundadas? En este blog encontrarás, en la sección Let's University, documentos que afirman todo lo contrario. 


Mañana comentaremos el documento Bases para la integración de las enseñanzas artísticas superiores en la universidad, una propuesta abierta que se propone a la Plataforma de centros que apuestan por la integración, que comenzarán a hacerse visibles en unos días, una vez que los órganos colegiados se hayan pronunciado. Vale la pena echarle una ojeada a esas bases que como se puede ver propone medidas muy interesantes para toda la comunidad educativa, y no para algunos sectores.

No dejes de consultar la sección Let's University, donde encontraras documentos de interés en defensa de la integración en la universidad. 

martes, 21 de febrero de 2012

This is my chair. Don't touch it!!


Deseos y realidades: No somos grado

MF Vieites


Se oyen voces y propuestas reclamando la condición de grados para los títulos que imparten los centros superiores de enseñanzas artísticas elaborados al amparo de lo dispuesto en el RD 1614/2009. Se afirma con contundencia “Somos grado”, pero esa contundencia obedece a un deseo, no a una realidad. La triste realidad es que ya no somos grado; podremos ser incluso “grado artístico”, pero nunca grado. Siempre equivalentes al “grado” de verdad, al universitario. Y eso es así porque la ponencia encargada de la elaboración del RD 1614/2009 olvidó todo lo que la legislación existente ya señalaba, y me refiero a la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.

El artículo 3, apartado 5, de la LOE dice: “La enseñanza universitaria, las enseñanzas artísticas superiores, la formación profesional de grado superior, las enseñanzas profesionales de artes plásticas y diseño de grado superior y las enseñanzas deportivas de grado superior constituyen la educación superior”. Que nadie venga ahora a descubrir el Mediterráneo, a lo mejor a leer por primera vez la LOE, y que reparen en que incluso los ciclos formativos de grao superior, son enseñanza superior.

Y ahí está la clave, ¿cómo se diferencia entonces entre los diferentes títulos situados en el EEES? Pues a través de las denominaciones, de los títulos. Y la LOE, en ese sentido es muy clara. En todos y cada uno de los artículos referidos a la titulación derivada de haber cursado enseñanzas artísticas superiores, se establece que la titulación obtenida será un “título superior”, que será “equivalente a todos los efectos al título universitario de Licenciado o el título de Grado equivalente”. Artículos del 54 al 57.

La cuestión es bien simple: en cada etapa, en cada nivel, hay una titulación, y, en este caso, esa equivalencia con la “licenciatura” o con el “grado” no establece que los títulos superiores sean licenciaturas o grados, porque esas son titulaciones universitarias, lo que no obsta para que esos titulados, en función de la equivalencia, puedan seguir estudios de posgrado, doctorado incluido. Y claro, tras la LOE, que ordenaba lo no universitario, el gobierno promulgó el REAL DECRETO 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, que determina la denominación de los títulos universitarios, como Graduado/a o Doctor/a, del mismo modo que la LOE establecía que en el caso de las artísticas superiores, serían de titulado/a superior.

Y debido a ese error de bulto de la ponencia de turno en la interpretación errática de la LOE, estamos donde estamos, compuestos y sin Grados, porque quede claro, los grados son títulos universitarios.

El problema ahora es qué hacer, evitando causar el mínimo prejuicio al alumnado. Y la cuestión no es fácil, al menos si tomamos el camino de los que impertérritos ante la derrota, y sin haber recapacitado en el grave error cometido, insisten en reclamar una denominación que no les corresponden y todavía incitan a propios y a extraños a defender en clave numantina esa denominación que, insisto, la LOE no contemplaba. A veces, extralimitarse no es aconsejable. Por eso, en su día, y no me cansaré de repetirlo, quien subscribe, defendía ante los integrantes de aquella ponencia la necesidad de elaborar una Ley Orgánica de Enseñanzas Artísticas Superiores, y que entonces ellos desaconsejaban y ahora presentan como una panacea que supuestamente siempre defendieron. La Revista ADE/Teatro contiene abundante información al respecto, para quien la quiera leer.

Decir que todo es una cuestión nominal tiene su parte de razón. En efecto, el Ministerio puede decidir que donde dijo “grado” debe decir “titulo superior” y así sucesivamente, con lo que muerto el perro se acabó la sarna. Pero intentar mantener la denominación de “grado” mediante una modificación de la LOE es más que complicado, porque el Ministerio tendría que buscar la forma de acatar la sentencia y, al mismo tiempo, saltársela, cosa que dudo que las universidades vayan a permitir, y a los hechos me remito. La única solución inmediata pasa por hacer el cambio nominativo propuesto, e incluso ir más allá y en vez de decir “título superior”, decir “grado artístico”.

Esa es una posibilidad, pero quienes la defienden debieran meditar mucho los beneficios derivados de la misma, porque el cambio de denominación no implicaría ninguna mejora en los centros, ni en las comunidades educativas. Los centros seguirían siendo centros de secundaria, que impartirían títulos de “grado artístico”, sin que se produjesen las mejoras derivadas de la integración de esas enseñanzas en el Espacio Europeo de Educación Superior, cuestión que poco o nada ha preocupado al fenecido Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas. Y el alumnado seguiría siendo alumnado de secundaria. ¿Es eso lo que se pide y lo que se defiende? Si lo es, seamos luego consecuentes con la situación derivada de esa equiparación curricular en la equivalencia, y de la no equiparación en la condición de los centros. 

La modificación de la LOE presenta además varios problemas, porque el gobierno se propone hacer una revisión en profundidad de la misma, lo que va a exigir muchos consensos y unos plazos razonables para lograrlos. De todas formas, y vistos los actuales precedentes, pues la sentencia del Tribunal Supremo ha sido demoledora, es muy dudoso que el Ministerio vaya a modificar la LOE justamente en esos términos, consagrando como grados lo que debieran ser “títulos superiores”, sobre todo porque en esa negociación no sólo van a hacerse oír los centros superiores sino también las universidades.

Lo mismo pasa con la modificación solicitada de la Ley General de Universidades. ¿En qué dirección se modifica? En la de garantizar grados a los centros superiores. Es dudoso que las universidades estén por la labor, lo cual es comprensible, y por una razón bien sencilla, que aparece muy bien explicada en la carta de los decanos de Bellas Artes publicada en El País el día 20 del 2 de 2012:


Las facultades de Bellas Artes acreditamos la calidad de nuestras enseñanzas mediante los mismos procedimientos que lo hacen el resto de facultades y centros universitarios: sometemos nuestras titulaciones a la exhaustiva revisión de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad (ANECA), tal como se exige para el resto de los títulos españoles del Espacio Europeo de Educación Superior. Además, la Universidad ofrece a sus estudiantes la posibilidad de realizar un recorrido completo y coherente desde el grado al doctorado, en una misma línea de especialización progresiva y con un reconocimiento asociado al prestigio de la institución. No se trata por tanto de una cuestión meramente semántica, relacionada exclusivamente con la denominación de los títulos. No habría sido justo ni comprensible que, por una vía paralela, se hubiera permitido a otras instituciones que siguen otras reglas diferentes otorgar títulos con la misma denominación que tienen los títulos universitarios.

Ahí radica el problema, en que a igual titulación iguales requerimientos. Y es comprensible, porque si a una universidad se le pide un proceso de acreditación para implantar un grado en una determinada especialidad de estudios, ¿a qué viene que a un centro superior no se le pida lo mismo para la misma titulación?

En efecto, quienes reclaman que seamos grado, debieran saber a lo que nos obliga el grado, sobre todo porque en ese caso, y con todo el derecho, las universidades reclamarán, ya lo han anunciado, que nuestros estudios pasen por los procesos de acreditación y verificación por los que pasan los grados universitarios antes de ser implantados. Y una demanda en esa dirección incluso podría llegar a generar una situación caótica en el sistema educativo, y esa demanda tendría incluso más posibilidades de prosperar, dado que de concedérsenos la condición de grado, cosa muy improbable, tendríamos que acreditar los títulos en la ANECA, y me imagino que la Universidad, a la que se obliga a tener títulos propios en función de la Adicional Séptima del RD1614/2009 (que podrían ser de grado y aún no lo son), sin duda exigiría plazos breves, con lo que los centros tendrían ante sí un reto prácticamente imposible. En la práctica, podría llegar a paralizar la actual implantación y volver a la legislación LOGSE.

El proceso de acreditación de un grado se explica en el Anexo I del antes citado RD 1393/2007, de 29 de octubre, y entre los requisitos figura el hecho de que parte del profesorado tenga la condición de doctor, pero además muchas otras cosas, referidas a instalaciones, recursos, servicios, personal…, algo que en las actuales circunstancias pocos centros podrían cumplir, y tampoco lo podrán hacer en los próximos 3 años. Creo que sería muy conveniente leer ese Anexo para ver las exigencias que determina, muchas de las cuales, infelizmente, están fuera del alcance de la mayoría de los centros.

Por eso, quienes defendemos la integración en la universidad proponemos un pacto a varias bandas que permita:

·      Un aplazamiento o suspensión de la sentencia, toda vez que los títulos vayan a ser asumidos por la universidad, con lo que el conflicto de competencias desaparecería.
·      Un período transitorio de adscripción a la universidad de los centros que permita que éstos reúnan los requisitos para poder presentar una memoria susceptible de ser aprobada por la ANECA.
·      Un período final de integración que permita transformar los títulos actuales de “grado” en grados acreditados por la ANECA.

No se trata de una rendición, se trata de ajustar los deseos a la realidad, de saber evolucionar con los tiempos y sobre todo de asumir que la universidad puede ser un ecosistema magnífico para desarrollar nuestras enseñanzas, como se hace en campos tan diversos como las ciencias de la salud, las ciencias físicas, o las ingenierías, por ejemplo.

Invito a las personas que se pasean por la vida sin anteojeras que se asomen a la carta de los decanos de las facultades de Bellas Artes para comprobar sus argumentos, realmente demoledores, pero amables con nuestros centros y, particularmente, con este movimiento (creo que hay un deseo sincero de llegar a acuerdos). Y también les aconsejo la irónica misiva del colega Fernando Carrera, director de la Escuela Superior de Restauración y Conservación de Pontevedra:

Carrera Ramírez
Decanos/as Bellas Artes


domingo, 19 de febrero de 2012

Razones para una integración. Let's University
















Should I Stay or Should I go? Let’s University

Manuel F. Vieites

(Siga hasta el final, no se vaya a perder lo mejor)

Agora que ya parece que la unanimidad reclamada en relación con la no integración en la universidad de las enseñanzas artísticas superiores no es tal, quienes reclaman viejos consensos nunca actualizados (y por tanto susceptibles de ser revocados), hacen valer sus argumentos en contra de la integración de las enseñanzas artísticas en la universidad, y honestamente he de decir que los tales argumentos tienen muy poco peso. Ellos dirán que son los nuestros los que fallan, y sus razones tendrán y las respetamos, pero nosotros también tenemos derecho a pensar y a decidir sobre nuestro futuro como docentes. No más tutelas, por favor.

Me refiero a una carta que ha dirigido el Sr. Jordi Font, Director General del Institut del Teatro de Barcelona a los asociados a la Asociación de Directores de Escena de España, en respuesta a una carta por mí dirigida a los integrantes de la Asociación de la que yo sí formo parte. Destacando el profundo respeto y cariño que siento y sentiré por el Sr. Font, pues la discrepancia no debe eliminar el afecto, he de decir que no puedo estar en mayor desacuerdo en él, y por lo que expondré, pero siempre con respeto y consideración, porque no hay verdades absolutas, sino formas de ver la realidad y de relatarla. Yo me posiciono, con mis opiniones, pero siempre con afecto y respeto, lo cual, infelizmente, no ha sido recíproco. A veces para combatir las opiniones se combate a quién las expone, lo que es un síntoma... Y yo sólo soy un pianista, la canción no es mía.

En primer lugar se dice que la universidad “ambiciona” nuestras enseñanzas “para levantar sus rentabilidades, pero que no está dotada para ellas ni puede garantizar las condiciones debidas”. Leyendo tal afirmación parece como si las universidades públicas españolas fuesen instituciones neoliberales que tienen como único objetivo la rentabilidad económica, lo cual no es cierto, pues sabemos de numerosas universidades que están siendo gestionadas con criterios muy progresistas (que para sí quisieran otros centros educativos) y nada economicistas. Una afirmación de tal calibre incluso podría llevar a pensar que la Conferencia de Rectores de Universidades de España es una sucursal de la Trilateral o del Foro de Davos. Y no es así. En la Universidad, como en los centros superiores de enseñanzas artísticas, como en los institutos o centros de primaria, y como en botica, hay de todo, como en el cuerpo social. Y no lo es, no lo olvidemos, porque si la universidad operase con esos criterios de rentabilidad, habría muchos años que habrían cerrado numerosas titulaciones que económicamente no son rentables pero que académicamente son pertinentes y muy necesarias, y por eso se mantienen, para proteger y promocionar el conocimiento.

Decir que las universidades no “están dotadas” para las enseñanzas artísticas, ni “pueden garantizar las condiciones debidas” no se atiene a los hechos, pero además convierte a las enseñanzas artísticas en una especie de iniciación mesiánica y ritual que ofrece una imagen poco conveniente de la misma y nada aconsejable por las perversiones a que ha dado lugar. No alcanzo a entender cómo una universidad puede garantizar condiciones adecuadas para impartir materias tan diversas y en tan diversas áreas del saber y con una dimensión tan orientada a la práctica (Iniciación en deportes: Vela, Gestión de la energía Térmica, Genética aplicada, Arquitectura de ordenadores, Dinámica de grupos…), en unas instalaciones más que adecuadas y con recursos de muy diverso tipo (incluso con líneas de investigación competitivas a nivel europeo o mundial que redundó en tantas y tantas bolsas de investigación para su alumnado), y no las vaya a garantizar para otras enseñanzas. Y en cuanto a las condiciones debidas, debo recordar que en estos momentos hay “aulas de teatro” en la universidad que cuentan con un presupuesto de funcionamiento superior al de no pocos centros superiores de enseñanzas artísticas, y en ocasiones con algunos equipamientos superiores. Ahora bien, también habremos de decir que en el caso de la integración, se trata de un acuerdo a varias bandas (del que hablaremos en breve para señalar condiciones por parte de los centros) en las que los centros aportan también dotaciones y condiciones, con lo que el conjunto final es superior a la suma de las pares. Pura lógica sistémica.

En segundo lugar se dice que “la incorporación de las artes al esquema universitario no daría más de si de lo que ya dieron las facultades de Bellas Artes, bastante alejadas de lo que debe ser una escuela de arte, debido al corsé universitario al que están sometidas”. Vaya, vaya, como si el corsé de los centros de secundaria fuese liviano, y eso lo podemos decir quienes lo padecemos un día sí y al otro también. No creo oportuno decir lo que se dice de las facultades de Bellas Artes, porque pudiera ser que quienes habitan esos centros y esas titulaciones piensen justo lo contrario, y aún a pesar de los problemas que pudieran tener esos centros (como los tienen los nuestros, y muchos). Pero es que además se olvida el hecho de que prestigiosas entidades de formación artística están en la universidad de todo el mundo y ello no sólo no ha encorsetado su funcionamiento sino su que lo ha potenciado. No podremos aprender de esos centros? Lo que habremos de hacer es negociar adecuadamente las condiciones de integración para poder mejorar nuestro funcionamiento, y superar así algunas cuestiones que pudieran afectar a ese funcionamiento. Pero en todo caso decir lo que se dice de las facultades de Bellas Artes tal vez pudiera ser, con todos los respetos, una muestra de la falta de conocimiento del mundo universitario. Y digo “pudiera”.

En tercer lugar se pide “un ecosistema propio que garantice las condiciones imprescindibles para la vida y el desarrollo de las artes”, como si las ingenierías, las ciencias médicas u otras enseñanzas no lo precisasen, y no lo tuviesen. Precisamente, lo que habría que hacer, para garantizar esa especificidad, sería demandar la autonomía de los centros ante otras facultades y la creación en el seno de las universidades de “núcleo superiores de enseñanzas artísticas”, con denominaciones varias. Así, en Vigo podría crearse un Conservatorio Superior de Música y Artes Escénicas, con grados en danza, música y arte dramático, en tanto en otra comunidad se podría crear un Instituto Superior de Artes, con grados en música, arte dramático y diseño. Ese es un ecosistema propio, que permite que las artes permanezcan en contacto y aprovechen todas las sinergias derivadas del mismo. Entrar en la universidad no supone perder autonomía, antes al contrario.

En cuarto lugar, y eso es lo más importante, se habla de la universidad en un tono general que acongoja. He de decir que desde el preciso momento en que se inició el proceso de implantación de los nuevos grados, desempeño mis funciones docentes en la ESAD de Galicia y en la Universidad de Vigo. Y tengo, en consecuencia, la vivencia de ser profesor en dos grados de dos instituciones diferentes. Y he de subrayar que las condiciones, recursos y medios de que dispongo en la Universidad de Vigo son muy superiores a las que disfruto en la ESAD de Galicia, no hay comparación posible, e imparto materias prácticas. Pero haciéndome a un lado, he de destacar que las condiciones del alumnado son exponencialmente diferentes, pues los alumnos/as de la Universidad de Vigo tienen una serie de medios y recursos que nuestros alumnos y alumnas ni sueñan con tener (residencias, bibliotecas, aulas de trabajo, becas, ayudas, servicios, dotaciones…). Y he de decir que en mi primer año como asociado hube de impartir una materia “Procesos de intervención socioeducativa” en la que tenía 9 alumnos matriculados, por lo que desarrollamos un temario eminentemente práctico centrado en el diseño de proyectos de intervención. Un hecho, que no argumento, contra el típico y manido tópico de las ratios.

Creo que no podemos admitir que se nos diga a quienes estamos impartiendo docencia en la universidad cómo es la docencia en la universidad, y se nos advierta de sus males, y que además lo hagan personas que no están ejerciendo esa función. Porque creo que por muchos problemas que queramos imaginar, las condiciones de trabajo, pero sobre todo las circunstancias que habita el alumnado son sensiblemente mejores. Mejorables siempre, pero mucho mejores.

En último lugar, hay que decir que en todo debate de ideas se producen desencuentros, incluso polémicas agrias, pero lo que debe prevalecer siempre es el respeto profundo por la posición del otro, por el discrepante. No puedo ni debo admitir frases como “No es eso, amigo Vieites, no es eso”, con una tonalidad conmiserativa, e incluso dogmática, que está fuera de lugar, porque da la impresión de que hay personas que están en posesión de la verdad, y de una verdad absoluta que no admite cuestionamientos. “El Vieites”, como ahora se le conoce, lleva 32 años de ejercicio de la función pública, de los cuales la mitad los ha ocupado en gestión directiva, y salvo los tres primeros años de nombramiento en la ESAD de Galicia con su creación, siempre elegido a través de los órganos colegiados correspondientes; y por eso “el Vieites” sabe algo de educación, también de educación universitaria, porque fue y es profesor asociado de la Universidad de Vigo. Si “el Vieites” ambicionase tanto estar en la Universidad, no tendría más que intentar convertir la plaza de asociado en plaza de titular, y disculpen la inmodestia, pero a sus 55 años tiene méritos sobrados para hacerlo. Por eso, no es de eso de lo que hablamos, sino de otras cosas. Hablamos de derecho a la educación del alumnado, y de mejorar en la medida de lo posible las circunstancias en las que ejercer ese derecho, pero también de mejorar las condiciones de los centros y de su profesorado. Y hablamos también de dignificación y legitimación de unas enseñanzas que son superiores, sí, pero de segunda. Y “el Vieites”, como ahora le dicen. tiene derecho a opinar por su cuenta, sin tutelas, y eso sí, opina en su nombre, siempre a título individual. Por eso para mí, eso es eso, precisamente eso, y nada más que eso: Let’s University, sin tópicos, sin miedos, sin complejos.
Algunas personas pedimos la plena integración en la universidad, pero al hacerlo, no estamos proponiendo entregar un cheque en blanco a nadie. Entendemos que se debe hacer un informe para trasladar al Ministerio y a la propia CRUE aquellos aspectos que se debieran considerar para que esa integración sea plenamente satisfactoria para las partes, sobre todo para el alumnado. No hablamos de una entrega sin condiciones, sino de un proceso de adscripción de cuatro o cinco años que termine en integración. Y por ello y para ello en breve daremos a conocer el documento titulado “Bases para un proceso de integración de las EEAASS en la universidad”. Un documento que seguramente habrán de firmar los numerosos centros que se están sumando a este movimiento, y que lo hacen después de que los claustros y los consejos escolares se hayan manifestado.
Una última cuestión, a modo de parábola. Estos días los medios de comunicación de Galicia recogen la polémica que se ha generado en dos ayuntamientos de Lugo, Valadouro y Alfoz. Los vecinos, ante la que está cayendo solicitan de forma unánime la integración de los dos municipios en uno solo, y los únicos que se oponen son los alcaldes y los concejales. Pues eso.


sábado, 18 de febrero de 2012

No fear!

En estos momentos de tensión, un poco de calma, y una canción.



Not in my name

No a la clandestinidad. Una plataforma de centros ya

MF Vieites

Los clandestinos deben salir a la luz.

Visto lo visto, parece que lo que debieran hacer todos aquellos que están por que las enseñanzas artísticas se integren en la universidad, tras un período de adscripción que permitiese considerar condiciones y adecuar estructuras… (y que se habrá de negociar con luz y taquígrafos en su momento), es trabajar por salir de la clandestinidad y constituir una plataforma, coordinadora o lo que sea, porque parece que día a día crecen los centros que en los órganos colegiados, como debe ser, abogan por la integración en la universidad, considerando además la opinión mayoritaria del alumnado. En estos momentos al menos son 10, con lo que la unanimidad reclamada en la dirección contraria no se atiene a la verdad, se resquebraja.

Not in my name. Esa unanimidad que se reclama no existe, y debemos mostrarla bien a las claras. Aún en el supuesto de que fuéramos a perder esta batalla, que la ganaremos, no podemos consentir que se hable en nombre de todos/as cuando ni todos ni todas fuimos consultados. Y la única consulta posible es la de las comunidades escolares, y a partir de ahí lo que sea.

Eso mismo, se están celebrando claustros y consejos escolares, allí donde se convocan, en los que las personas puedan manifestar libremente su posición sin tutelas ni dogmatismos, sin medias verdades ni verdades contundentes. Y se está promoviendo que el alumnado, los grandes olvidados en esta historia, se manifieste, procurando en todo momento no interferir ni “orientar” sus decisiones, sin paternalismos.

En consecuencia, se pide a los clandestinos que empiecen a salir a la superficie, a unirse y a hacer oír su voz. La semana que viene, celebrados claustros y consejos escolares, debiera constituirse una Plataforma por la Integración en la Universidad. Y esta Plataforma pedirá audiencia al Ministerio y a la Conferencia de Rectores.

Por cierto hay voces que insisten en que la entrada en la universidad supondrá la muerte de las enseñanzas artísticas, y señalan que las Facultades de Bellas Artes están muertas. A ver, ¿Se han enterado esas personas de la existencia de la Tisch Scool of the Arts, de la Yale School of Drama, de la Central School of Speech an Drama? Claro que se han enterado, las conocen de sobra. ¿Y es que no podemos nosotros acaso seguir su ejemplo? ¿Es que no se puede crear en la universidad española un “nicho ecológico” para las enseñanzas artísticas? Seguro que sí.   

Se propone el texto que sigue para ser considerado en claustros y consejos escolares, pero también en las asociaciones de alumnos y alumnas. Una vez aprobado, de serlo, debiera enviarse a la Consejero/a de Educación de la Comunidad Autónoma y al Ministro de Educación. También debe notificarse a nuestra plataforma-blog para poder ir sumando adhesiones y hacer ver que los centros y asociaciones de alumnos que se suman a la propuesta son más de los que se quiere admitir, pero también para trasladar a las administraciones nuestros apoyos y nuestra fuerza.

MANIFESTO POR LA INTEGRACIÓN DE LAS ENSEÑANZAS ARTÍSTICAS SUPERIORES EN LA UNIVERSIDAD

La publicación en el Boletín Oficial del Estado da sentencia del 13/1/2012 del Tribunal Supremo relativa a la impugnación presentada por la Universidad de Granada en relación con la ordenación de las enseñanzas artísticas superiores establecida por el Real Decreto 1614/2009, sitúa a las administraciones educativas ante la necesidad de dar una respuesta urgente, rigurosa y precisa a un viejo conflicto que vienen padeciendo las enseñanzas artísticas superiores desde mucho tempo atrás.

La aceptación de la condición de los estudios artísticos superiores como enseñanzas de grado, y de máster, en paridad con las titulaciones universitarias, en norma en que deba reconducirse tras la antedicha sentencia, es, en cualquier caso, una exigencia irrenunciable de las comunidades educativas. Cualquier paso atrás en este sentido supone una desvalorización y un deterioro de estas enseñanzas, inasumible tanto por el alumnado que ya está cursando en estos momentos los estudios de grado en enseñanzas artísticas, como por el colectivo de docentes que vienen demostrando su compromiso con el proceso de Convergencia de estas enseñanzas en el Espacio Europeo de la Educación Superior.

En un momento como el actual, en el que la disponibilidad de recursos hace difícil, sino imposible, ensayar otras vías como podría ser la creación de un espacio propio para estas enseñanzas, y ante el peligro de que las artísticas superiores queden definitivamente relegadas a una “enseñanza superior de segunda”, apostamos por la única solución que puede garantizar que estas enseñanzas se impartan con los criterios de calidad que se exigen en todo el espacio superior en el marco educativo europeo, así como que se atienda a las necesidades de la investigación, creación y movilidad, que son propias de los estudios superiores. Esta apuesta no es otra que la integración plena y definitiva de las enseñanzas artísticas superiores en la institución universitaria.

Defendemos que este proceso debe hacerse atendiendo a las particularidades propias de la tradición de nuestras enseñanzas: metodologías de enseñanza y aprendizaje, ratios profesor/alumno, especificidades del servicio docente, normas de funcionamiento de centros, etc.

Instamos a la administración a que inicie cuanto antes los pasos para un proceso de integración, en el que se atienda tanto a estas particularidades como a los legítimos intereses de los diferentes sectores de las comunidades educativas. Este proceso deberá realizarse con claridad, determinación y contando con la colaboración y participación activa de los centros de enseñanzas artísticas superiores de cada Comunidad Autónoma. 

jueves, 16 de febrero de 2012

Let's University















LET’S UNIVERSITY
¿QUÉ HACEMOS CON LAS ARTÍSTICAS SUPERIORES?

MANUEL F. VIEITES GARCÍA
Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación
Crítico e investigador teatral


La sentencia del Supremo nos devuelve al lugar de partida. Es decir, los centros superiores de enseñanzas artísticas, si el Ministerio de Educación no lo remedia, ofrecerán estudios superiores que conducirán a la obtención de un “título superior”, o, en su caso, de un “grado artístico” (sic., lo que no deja de ser un eufemismo), que, de nuevo, será, siempre, “equivalente”, es decir que aspira a tener una esencia que en realidad no tiene. Se tratará de un parche que redunda en una equiparación a todas luces insuficiente, por cuanto quedan por resolver problemas fundamentales para que los centros que imparten enseñanzas artísticas superiores se puedan incorporar plenamente al Espacio Europeo de la Educación Superior. Con esta nota pretendemos arrojar un poco de luz sobre este asunto desde una perspectiva personal y subjetiva, no me arrogo representaciones que ni tengo ni he pactado, pero no por eso menos meditada. Parto del hecho de que esa “equivalencia a todos los efectos” lo es en realidad a los efectos académicos (titulación) pero no en otros muchos efectos y aspectos, pues por muchas ínfulas que nos demos, o nos den, nuestros centros no dejan de ser institutos de secundaria. Y está muy bien ser instituto de secundaria, mi plaza como docente está en uno de Vigo, pero para ofrecer su oferta educativa y no otra. Imaginemos, que el Grado en Medicina lo impartiese un Instituto Integrado de Formación Profesional.


El presente

Hace no tanto, y en diversas ocasiones, desde las páginas de la Revista ADE/Teatroplanteaba la necesidad de que el Ministerio de Educación y Ciencia elaborase, trasladase al Parlamento, y finalmente publicase en el Boletín Oficial del Estado, una Ley Orgánica de las Enseñanzas Artísticas Superiores (y he de decir que recibí no pocas críticas por ello, incluso algún comentario conmiserativo, y alguna llamada al orden). Sin duda ese sería el camino para lograr esa ansiada equiparación, ese espacio específico que se reclama para nuestras enseñanzas, pero no hay ninguna garantía de que esa Ley se pueda promulgar algún día. Es más, sería casi un milagro que una tal Ley llegue algún día a ser en la actual coyuntura económica.

La publicación del Real Decreto 1614/2009 debiera haber obligado al Ministerio y a las Comunidades Autónomas a establecer mecanismos que permitiesen adecuar las enseñanzas, los centros, y las comunidades educativas, al Espacio Europeo de Educación Superior, pero no ha sido así. En algunos casos, se han dado pasos, pero, en ningún caso, en la dirección de la propuesta hecha en su día por el profesor Embid Irujo, porque en su informe el profesor de la Universidad de Zaragoza proponía la creación de “universidades de las artes”, como en su día se decidió la creación de “universidades politécnicas”. En realidad, lo que acabaron por ser los citados Institutos son organismos autónomos de carácter fundamentalmente administrativo, unidades de gestión de centros, que dejan sin resolver muchos de los problemas de las Enseñanzas Artísticas Superiores, desde la estructura organizativa de los centros, que siguen siendo institutos de secundaria, al estatuto del profesorado, que sigue integrado en los cuerpos de profesores o catedráticos de siempre.

A modo de resumen, y con la sentencia en la mano, veamos los problemas que quedan por resolver en los centros o en los institutos:
  • Los estudios que ofrecen vuelven a ser, después del espejismo, estudios “equivalentes” a los estudios universitarios de grado y postgrado.
  • Los centros no podrán ofrecer estudios de doctorado, por lo que seguiremos sin doctorados artísticos, es decir sin el título de doctor en teatro, en danza, en música... Los doctorados seguirán dependiendo además de las facultades universitarias.
  • El profesorado se mantiene en los cuerpos docentes de siempre, lo que implica su no equiparación al profesorado universitario, ni a nivel de categoría académica, ni a nivel de jornada laboral ni a nivel de salario y complementos.
  • El alumnado sigue siendo un alumnado no universitario, con lo que de nuevo se verá obligado a mendigar un trato similar al que recibe el alumnado universitario, en cuanto a becas, residencias, ayudas, bolsas y otros derechos...
  • Los centros seguirán funcionando con una estructura obsoleta, en ningún caso comparable con el de una facultad universitaria.
  • Los centros seguirán contando con unos recursos financieros escasos, calculados según criterios generalistas, y en nada adecuados a las necesidades derivadas de la integración de las enseñanzas en el EEES. Y ya sabemos que hay centros que tienen de todo (¡no presuman!), pero son los menos, muy pocos.
  • Los centros carecen de los equipamientos e infraestructuras necesarias para el pleno desarrollo de los procesos de enseñanza, aprendizaje, creación e investigación derivados del EEES y del Espacio Europeo de Investigación.
  • Los centros seguirán padeciendo problemas derivados de un cuadro de personal de administración y servicios insuficiente. Muchos de los centros carecen del personal necesario para gestionar teatros, equipamientos técnicos o coordinar las producciones que se realizan, tareas que recaen sobre el profesorado. Y ya sabemos que hay centros que tienen de todo, pero son los menos, contados.
  • Los centros seguirán padeciendo problemas en cuanto a dotaciones en áreas tan importantes como Bibliotecas o Archivos, pues muchos de ellos carecen de personal específico para su gestión, debiendo el profesorado asumir esas tareas para mantener los servicios en funcionamiento. Y ya sabemos que hay centros que tienen de todo, pero son los menos, muchos menos.
  • Los centros carecerán de los recursos necesarios para implantar un Sistema de Garantía Interna de la Calidad, necesario para el futuro proceso de acreditación y verificación de titulaciones.
  • El profesorado tendrá dificultades para desarrollar líneas de investigación o creación dado que los centros no forman parte de la red de instituciones investigadoras, lo que impedirá que puedan participar en las convocatorias de promoción del conocimiento o I+D+i para equipos de investigación, sean de carácter autonómico, estatal o internacional.
  • El profesorado no verá reconocida su trayectoria investigadora, como ocurre en la universidad, ni recibirá las oportunas compensaciones por esa labor. Tampoco contará con recursos de investigación.
  • El profesorado carece de los recursos y equipamientos necesarios para desarrollar las tareas derivadas de la aplicación del crédito ECTS. Es decir, carece de un simple espacio en el que recibir al alumnado y en el que desarrollar su tarea investigadora.
  • La movilidad del profesorado se verá seriamente afectada dado que carece de recursos para afrontar estancias en el extranjero, estancias que por otra parte tampoco contempla la administración educativa. Pero esa movilidad también se ve afectada por una reglamentación de la jornada laboral que le requiere 18 horas de actividades lectivas en clase.
  • El alumnado no podrá vincularse con equipos de investigación como posgraduados dada la inexistencia de tales equipos y dada la carencia de ayudas específicas para crearlos.
  • El alumnado, salvo el de aquellos centros con una cierta historia, seguirá teniendo problemas para participar en programas de movilidad como Erasmus, y los centros tampoco tendrán personal especializado para gestionar esos procesos de intercambio. Y ya sabemos que hay centros que tienen de todo, pero son los menos (¡no presuman!).
Se podrían aducir más problemas, muchos y muchos más. Incluso yo podría hablar por extenso de cómo me siento impartiendo docencia en el Grado en Arte Dramática (en la ESAD de Galicia) y en el Grado en Educación Infantil (en la Universidad de Vigo, como asociado), y la verdad es que en cuanto a medios, recursos, equipamientos… no hay color, incluso si les digo que imparto una materia teórica con bastantes horas prácticas en grupo pequeño (y es que la universidad ha cambiado mucho, y para bien). No temo a la universidad porque la conozco. Hay mucha visión extemporánea.

Con los señalados, hay suficiente materia como para tomar conciencia de que la convergencia de las enseñanzas artísticas superiores en el EEES va a ser sumamente difícil. Visto lo que está ocurriendo a día de hoy es difícil imaginar un escenario de plena equiparación. Esto implica que los centros deban funcionar como facultades universitarias en lo curricular y como centros de secundaria en lo administrativo, lo que acabará por ser inviable. 


Alternativas: Let’s University

Ante esta situación, cabe preguntarse cuál sería la mejor opción si de verdad queremos que las enseñanzas artísticas superiores se integren plenamente en el EEES. Y creo honestamente, a mis 56 años y tras 32 años de servicio como funcionario docente, que la mejor opción pasa por la integración de estas enseñanzas en la Universidad, si bien ese proceso de integración debe hacerse de la forma más adecuada, considerando ventajas y calibrando inconvenientes, pero sobre todo estableciendo un proceso gradual que vaya de una primera adscripción a una definitiva integración, lo que permitiría que el Ministerio de Educación pudiese operar sin prisas pero sin pausas. Veamos las ventajas:
  • Los estudios serán de grado y posgrado, sin equivalencias.
  • Los centros podrán ofrecer estudios de doctorado, y podríamos tener finalmente doctores en danza, teatro... No hagamos trampas, por favor. En España no hay doctorados en teatro…; hubo programas de doctorado con esa denominación, y hay ahora másteres con denominaciones que incluyen ese tipo de vocablos, pero finalmente el “doctorado” se concede en función de titulaciones de la facultad de referencia.
  • El profesorado se integraría en los cuerpos docentes universitarios, con lo que se evitarían complicadas adecuaciones de las normativas existentes. Ello además permitiría un mayor abanico de contrataciones.
  • El alumnado disfrutaría de becas, residencias, ayudas, bolsas y otros derechos.
  • Los centros pasarían a ser facultades universitarias.
  • Los centros, en tanto facultades universitarias, contarían con los recursos adecuados a las necesidades derivadas de la integración de las enseñanzas en el EEES. Esto, por la simple razón de que no hay en la Universidad ningún centro que carezca de ellos. Pueden tardar en llegar algo, pero llegarán. Dependiendo de Medias ya hemos visto que no llegan.
  • Los centros contarían con los equipamientos e infraestructuras necesarias para el pleno desarrollo de los procesos de enseñanza, aprendizaje e investigación derivados del EEES y del Espacio Europeo de Investigación. No olvidemos que hay en España aulas de teatro en universidades que, nóminas aparte, tienen más presupuesto para gasto corriente que muchas escuelas superiores.
  • Los centros tendrían un cuadro de personal de administración y servicios suficiente: personal necesario para gestionar teatros, equipamientos técnicos, o coordinar las producciones que se realizan. Y es que las universidades tienen una mayor flexibilidad a la hora de integrar nuevos perfiles profesionales en sus Relaciones de Puestos de Trabajo (RTPs).
  • Los centros contarían con dotaciones en áreas tan importantes como Bibliotecas o Archivos, y con personal específico para su gestión, junto al acceso a bases de datos internacionales, como la que acabo de consultar hace un momento y que me permite tener en línea más de 50 revistas de teatro de todo el mundo.
  • Los centros contarían con el Sistema de Garantía Interna de la Calidad de la propia universidad, para el futuro proceso de acreditación y verificación de titulaciones.
  • Los centros contarían con la Oficina Erasmus de su universidad.
  • Los centros contarían con los servicios de promoción de empleo de su universidad.
  • El profesorado podría desarrollar líneas de investigación o creación dado que su centro formaría parte de la red de instituciones investigadoras, lo que le permitiría participar en las convocatorias para equipos de investigación de carácter autonómico, estatal o internacional.
  • El profesorado vería reconocida su trayectoria investigadora, y las oportunas compensaciones por esa labor. También contaría con recursos de investigación.
  • El profesorado tendría recursos y equipamientos necesarios para desarrollar las tareas derivadas de la aplicación del crédito ECTS, como algo tan sencillo como espacios en el que recibir al alumnado.
  • La movilidad del profesorado se vería favorecida al contar con recursos para afrontar estancias en el extranjero, estancias que sí contempla la administración educativa universitaria. Pero también con una normativa laboral que permite acumular docencia en un semestre para investigar en otro en estancias de formación y/o investigación en el exterior.
  • El alumnado podría vincularse con equipos de investigación como posgraduados dada la existencia de tales equipos y dada la existencia de fondos de esos equipos, o de ayudas específicas para crearlos.
  • El alumnado se vería favorecido por los equipos de movilidad de la Universidad y aumentarían sus posibilidades de  participar en programas de movilidad como Erasmus.
No se trata ahora de decir que del día a la mañana sobre los centros fuese a caer un maná de recursos y equipamientos, pero sí de afirmar que las autoridades universitarias, por la naturaleza de las enseñanzas que ofrecen, han manifestado una enorme receptividad, cuando se ha precisado, para atender las demandas de las enseñanzas con dimensión práctica, y a los hechos me remito. A un Vicerrector de personal, por ejemplo, no hay que explicarle que en la biblioteca de un centro superior no se puede poner a un profesor a despachar libros, porque sabe perfectamente que esa no es su función. Y cuando despacha libros hace competencia desleal a un titulado en biblioteconomía.

Tampoco se trata de jugar al blanco y al negro, sino de valorar los derechos y recursos con que cuenta el profesorado y el alumnado de la universidad, y la forma en que funcionan las facultades, y comparar todo ello con lo que ocurre en los centros superiores de enseñanzas artísticas, haciendo en estos momentos el mismo trabajo. Estos centros, los nuestros, están lamentablemente a años luz, y sólo aquellos de entre los de las artísticas superiores que cuentan con una historia vedraña y centenaria o casi centenaria, muy pocos por cierto, gozan de una posición relativamente buena, pero nunca equiparable. Pero hay más ventajas, que tal vez convenga considerar con un poco de detenimiento:
  • La integración en la universidad implica renunciar a estructuras redundantes, a entes administrativos o académicos superfluos e inservibles vista la función que cumplen, lo que supone un considerable ahorro de recursos que se podrían dedicar a otros menesteres. Es importante insistir en la idea de una manifiesta optimización de recursos.
  • La integración en la universidad supone no perder tiempo y recursos en la elaboración de normativas nuevas que a veces tienen un encaje difícil en la legislación actual. Los centros superiores adscritos pasarían a regirse, tal y como establece la Ley Orgánica de Universidades en su revisión de 2004, por la normativa universitaria, incluida la dedicación docente del profesorado.
  • La integración en la universidad supone la plena equiparación de enseñanzas, centros, profesorado y alumnado por la vía más rápida, cómoda y fácil, sin que se lesionen derechos. Antes bien, se potencian derechos de forma considerable.
  • La integración en la universidad supone la incorporación de los centros a una estructura académica y administrativa mucho más preparada en el proceso de convergencia en el EEES.
  • La integración en la universidad supone dar varios pasos en la dirección adecuada, porque ese es el espacio natural de las enseñanzas superiores.

¿Inconvenientes? Los hay, por supuesto, pero todos ellos salvables a poco que los pasos se den de forma adecuada y mediante una negociación posible y muy plausible. Y para eso están los centros con sus decisiones, las juntas directivas de los mismos ejerciendo su representación, y los sindicatos. El ejemplo de la integración de los Institutos Nacionales de Educación Física puede ser un buen ejemplo de esa posibilidad y de la no existencia de daños directos o colaterales para los centros, antes al contrario. He ahí un espejo en el que poder mirarse y con el que derribar tantos mitos, falsos tópicos y miedos atávicos. En esa negociación habría que prestar especial atención a:

  • La creación en cada universidad de centros que acogiesen a varias enseñanzas, como podría ser el caso de una Escuela Superior de Música y Artes escénicas (música, teatro y danza).
  • El mantenimiento de la docencia en los departamentos de los centros superiores, creando en cada centro un departamento con varias áreas
  •  La integración del profesorado en los cuerpos docentes de la Universidad, lo que para los actuales funcionarios tan sólo implica la titulación de doctor/a y la obtención de la acreditació
  • La definición de un cuadro de personal de administración y servicios para cada centro. A negociar.
  • Las infraestructuras, equipamientos y recursos de los centros. A negociar.
  • Los recursos financieros de cada centro. A negociar.
  • La ratio profesor / alumno, que se debería mantener en parámetros adecuados, aunque hay carreras universitarias de carácter muy práctico (Educación física, Fisioterapia, Enfermería, Ingeniería) en las que se ofrece una formación muy práctica e individualizada.
¿Proceso? En dos fases. En primer lugar, mediante una adscripción temporal, por medio de la cual los centros ya pasarían a depender administrativamente de la Universidad, pero no académicamente, lo que permitiría que el profesorado pudiese cumplir los requisitos necesarios para la integración en los cuerpos universitarios. Se precisaría un mínimo de cinco años. Luego, mediante la integración plena.


¿Posibilidades? Todas, sobre todo porque es algo que ya se contempla en el artículo 58, apartado 4, de la LOE. Es decir, cualquier administración autonómica podría dictar una norma mediante la que se estableciese el procedimiento por medio del que las enseñanzas artísticas superiores, en el ámbito territorial de su competencia, pasarían a integrarse en la universidad. Es más, el Ministerio de Educación y Ciencia podría recomendarlo o establecerlo mediante una norma específica. Ese puede ser un camino a seguir. Seguramente el más fácil. 

Coda

Se ha hablado mucho de la necesidad de dotar a los centros de enseñanzas artísticas superiores de un “marco específico”, olvidando que muchas otras enseñanzas superiores, con una dimensión práctica, están presentes en la universidad a pesar de que también precisarían un “marco específico”, y lo están porque las universidades se lo ofrecen. Es el caso de la Yale School of Drama, o de la Central School of Speech and Drama. Lo demás es hacer uso del tópico, del lugar común, del miedo atávico…

Por último he de decir que quienes defendemos la integración en la universidad lo hacemos única y exclusivamente con nuestra palabra, sin arrogarnos representaciones que no tenemos ni echando mano de relatos de miedo… A pecho descubierto, con pasión, con tolerancia, pero sin ira.